Riodeva, el imperio de Turiasaurus

Riodeva, el imperio de Turiasaurus

La localidad de Riodeva aparece como una fortaleza levantada sobre las rocas esculpidas con delicadeza por el viento, el sol, el frío, y las aguas del río que lleva su mismo nombre, un singular conjunto arquitectónico a la sombra de la Sierra de Javalambre. Nada más llegar, el visitante se sorprende por la bonita estampa de casas arracimadas sobre una loma que esconde uno de los tesoros más llamativos de la Comarca Comunidad de Teruel, un búnker de la historia de la Tierra cuyo nombre impresiona con solo pronunciarlo, Titania. Un centro que pertenece a la red de Dinópolis, y en el que el auténtico protagonista es el conocido como “Gigante europeo”, Turiasaurus riodevensis, el monarca tranquilo, un dinosaurio que con sus medidas extraordinarias, paseó por este territorio su estirpe legendaria. Llegar a este espacio expositivo supone un choque emocional de dimensiones formidables.


Nada más franquear la puerta, entramos de lleno en un enclave enigmático en el que las luces y las sombras provocan un juego que estremece al visitante; una proyección audiovisual lo sumerge con una cadencia hipnótica en el mundo de Tusiasaurus; después se accede a un área en el que se combinan las diversas formas del gigantismo que imperaron en la corteza terrestre con diversos restos fósiles de algunos de estos colosos.


Sigue la visita y se suceden una serie de pasillos en los que se avanza como en un trance, un interesante dédalo didáctico e instructivo, y en ese momento la geología toma protagonismo con su trascendencia narrativa en el proceso de fosilización de las diversas especies animales y vegetales,  y como muestra, la pared vertical que refleja el afloramiento geológico descubierto durante la construcción de “Titania”, correspondiente al área de Villar del Arzobispo.Con el vértigo de dicho muro  en el recuerdo se inicia un ligero ascenso por una pequeña rampa que nos lleva a un mirador único, en el que podemos contemplar, ahora sí, al “Gigante europeo” en todo su esplendor. A través de una recreación del hábitat de ese momento en Riodeva, Turiasaurus va saliendo poco a poco del lienzo pintado en la pared y va cobrando vida, los volúmenes se proyectan hacia el visitante que los contempla emocionado, y al que como si fuera una escultura de “El Divino” Miguel Ángel, solo le falta hablar.
 El equipo de la Fundación Dinópolis, extrajo estos restos con mimo de los ricos estratos minerales del suelo del entorno de Riodeva, y sorprendentemente fueron apareciendo las piezas de estos grandes saurios y otros hallazgos muy interesantes, como poderosos dientes de dinosaurios carnívoros. Así, finalmente, pasear por Titania se convierte en un fascinante viaje en el tiempo, 150 millones de años de historia al alcance de la mano, una mirada ilusionada a un mundo misterioso que nos precedió y que hoy nos parece más real que nunca.


Amanaderos
Y si miramos hacia el horizonte, los paisajes evocadores que contemplamos nos llevan a imaginar a familias de Turiasurus disfrutar por esa arcadia feliz, y en concreto uno de los lugares de naturaleza más emblemáticos del entorno, los Amanaderos de Riodeva. Un conjunto geológico de singular belleza en el que se encadenan diversos saltos de agua en una coreografía visual y sonora caprichosa e hipnótica, la banda sonora de un espacio mágico. El agua se derrama sobre las rocas y es capaz de crear cavidades inverosímiles suspendidas en el espacio donde la vegetación se agarra desafiando a la gravedad como el funambulista sin red. Se pueden apreciar mediante varias infraestructuras adaptadas al medio natural, escaleras y barandillas que se asoman en buena parte del recorrido. Los Amanaderos, simbolizan la fuerza de la vida y la sutileza íntima de un paisaje hermoso y a la vez abrupto y salvaje.


Minas de Libros
Dejar atrás Riodeva, es sentir el aliento milenario de Turiasaurus que nos empuja a seguir buscando, indagando, descifrando el paisaje, mirando de otra manera, y… justo en ese momento, en el que el relieve de esta población va quedando atrás, desapareciendo entre las lomas, y la carretera avanza a los ojos del viajero como una desolada serpiente grisácea, es cuando un dinosaurio esculpido en óxido que se recorta sobre el paisaje como una señal del pasado que se proyecta hacia el futuro, nos hace detenernos.


Una pista de tierra nos adentra hacia un breve recorrido que nos deja ante un antiguo poblado minero vacío ya. A primera vista el escenario sobrecoge, impacta su silencio y su belleza tranquila, se han conservado y rehabilitado algunas de las antiguas cuevas donde vivían los mineros, en buena medida gracias a labores de restitución de elementos antiguos, convirtiéndose así en un interesante museo a cielo abierto, en el que se puede dar un evocador paseo e imaginar una época de esplendor. Cabe recordar que según la información de las mesas de interpretación diseminadas por el entorno, se llegó a alcanzar la cifra de más de 2.000 personas viviendo allí, y contaba con comandancia, hospital, escuelas, casa de sindicatos, economato, panadería, carnicería, bares y hasta posada; ahora cuesta imaginarse a los niños jugando por allí, y al final todo eso se ha quedado en un espejismo de la memoria.


Pero si por algo es conocido mundialmente este rincón turolense, es debido a los vestigios hallados en las minas de azufre que se explotaron en ese lugar desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX, un secreto único guardado durante 10 millones de años, una colección de joyas paleontológicas, las conocidas “Ranas de Libros”, un mapa directo al pasado. Su fosilización en cuyo proceso se han conservado magníficamente tejidos blandos en margas pizarrosas, ha aportado atractivas improntas de estos anfibios reconocidas internacionalmente por su calidad.
Y como en algún momento esta aventura tenía que acabar, volvemos a la carretera, aceleramos y sabemos que ya nada volverá a ser igual; el maravilloso hechizo de Turiasaurus riodevensis nos guiará para siempre.

 
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